miércoles, 1 de julio de 2015

Hijos de puta

Leo ¡Hijos de puta!
Como si eso fuera una gran ofensa.
Veo todos los días, trabajando al lado de una casa donde viven muchas de ellas, de esas putas, cómo la gente cruza la calle, hombres, mujeres, con sus familias, mirando con ojos reprobatorios, mirada despectiva y asquienta. Otros y otras miran con ojos miedosos, y así una larga lista de palabras que podrían significar la interpretación de esas miradas.
Siento rabia, mucha rabia, toda esa gente juzgando, accionando en contra de las muchachas, como si ellas tuvieran la culpa.
Hace unas semanas una de ellas comentó, siendo extranjera, que los clientes chilenos, le prometían, y prometían, les gustaba justificar sus acciones con palabras de promesa ilusoria, de promesa sin sentido, de cariño falso, quizás algunos las dicen sintiendo que es real, quien sabe, solo ellos.
Como si ellas tuvieran la culpa de este sistema, como si ellas tuvieran la culpa de que la sociedad se haya empecinado en aplastar al poder del placer femenino. Porque eso hacen, luchan contra la mujer que disfruta, la juzgan y apartan, la miran con desprecio, y utilizan ofensas para desprestigiar ese poder, poderoso poder de mujer, que no se ha rendido, que ha levantado también su mirada, mirada altiva de satisfacción.
Como si ellas tuvieran la culpa de que los esposos tengan el sexo que corresponde con la esposa, para luego quedar insatisfechos buscando realizar lo que no pudieron con ellas, por que está mal, ellas son respetables, a esas mujeres se les hace el amor, no se tocan con lujuria completa, esta es racionalizada y sentimentalizada, segregando la totalidad de lo que debería ser tener sexo.
Por esto, buscan y buscan y siguen buscando prostitutas, o amantes, que satisfagan ese enorme vacío animal que los reconecta con sus cuerpos, por eso las buscan, y a veces las aman, pero no, no pueden desayunar con ellas, no pueden pasear con ellas de la mano, no pueden tener hijos con esas, no pueden disfrutar bailando en lugares públicos, por que esas están sucias, son mujeres que no merecen su cariño, que no merecen respeto, que merecen que les den como caja hasta quedar sin respiración, pero no para casarse, no para convivir y compartir la vida con ellas, porque esas mujeres, que sienten, que se dejan llevar, que aman sexualmente, son putas, maracas, están llenas de rastros de otros hombres, que pasaron sobre o bajo ellas y pensaron lo mismo.
Sociedad patriarcal, aprobada por esas mujeres y hombres y niños y ancianos y todo tipo de gente, que aprueba que la mujer quede insatisfecha, que aprueba que la mujer sea golpeada, que aprueba que la mujer esté encerrada en la casa, que justifican los feminicidios, que aprueban tanta mierda. Que reprueba que la mujer sea una persona, reprueban que sea libre.
Es por eso que existen las prostitutas, para recordarnos quienes somos los responsables, porque todos somos responsables, todos y todas.
FIN <3 p="">

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